Érase una vez un
hada preciosa que estaba locamente enamorada de
Apolo el rey sol.
Cada mañana
esperaba a su amado junto al riachuelo que había
cerca de su casa.
Ella era llamada
Helena nombre que se da a la flor del heliotropo
junto a la que había nacido.
Pero la hermana
de Helena, Clitia, quiso también conquistar el
amor de Apolo y este se enamoró de ella.
Helena
desesperada y llena de envidia quiso
vengarse de su hermana e hizo todo lo posible
para que su padre viera en ella una hija
malvada.
El rey creyó a
Helena y enfurecido castigo a Clitia
encerrándola en una fosa que cual cubrió de
arena.
Apolo culpó a
Helena del encierro de su amada y la trató con
desprecio e indiferencia.
Helena no pudo
resistirlo y se dejo morir tumbada en el suelo
sin comer ni beber mirando fijamente al rey sol.
Apolo apiadándose
de ella y para evitarle mayores sufrimientos
la transformo en la flor que lleva su nombre:
Heliotropo.
Su cuerpo penetró
en la tierra convirtiéndose en tallo y de él
aparecieron aterciopeladas hojas y flores con
aroma de cereza.
Pero retenida por
la raíz en castigo por sus mentiras.
Y colorín,
colorado, este cuento se ha terminado.